FEDERACION ESPAÑOLA DE MUNICIPIOS Y PROVINCIAS

6 Julio 2024

Jaramillo Quemado (Burgos). 5 habitantes. El pueblo menos poblado de España

“El pueblo no desaparecerá, no no no…; ya le digo yo que no desaparece”. Lo afirma, desde la rotundidad de sus 91 años, Valentín, el más veterano; lo secunda, desde el entusiasmo de sus 42 años, Miguel Ángel, el benjamín. Entre ambos, los tres restantes vecinos de este pueblo burgalés con una extensión de 17,5 km2, cuyo origen, documentado, se remonta al siglo XII y que transita por el XXI como el municipio menos poblado de España



La imponente torre románica de la iglesia  de San Martín de Tours da la bienvenida,  y ejerce de pórtico de entrada,  a este municipio burgalés a las faldas  de la Sierra de la Demanda jalonado  por un centenar de viviendas, en su gran mayoría coquetas y bien cuidadas,  repartidas en tres barrios. Detrás  de la parroquia, en el camino que lleva  al antiguo molino y junto a la casa rural  que funcionó durante 16 años, toda  la población de Jaramillo Quemado: 5 habitantes.

Cinco ahora. No hace tanto, o quizá sí,  eran más de 200. Y había dos escuelas.  Y dos bares. Y zapatería. Y tres hornos.  Y molino que molía las 24 horas del día.  “Cuando yo era joven –recuerda Valentín  Ortega- no había trabajo en la capital  y no se iba nadie. Éramos muchos  chicos y chicas y lo pasábamos bomba.  Vivíamos muy pobres pero alegres.  Entonces se sembraba trigo, cebada,  centeno, avena… Eran tierras pequeñas  pero daban mucho y el molino no paraba  ni de día ni de noche, había que pe dir vez. También había ganado: ovejas,  vacas…, mucho macho cabrío porque  entonces se hacía muy buena cecina  con ellos y venían tratantes a comprarlos.  Y en el río (Salcedal) había truchas  y cangrejos, ahora ya nada… El agua se  puede beber, es un agua elegante, y  siempre a los mismos grados, en agosto  y en enero…”. Junto a Valentín, que  no esconde la emoción en sus ojos,  Eugenio Pérez, 85 años, artista ebanista:  “Hubo también zapatería y venían  de otros pueblos a hacerse aquí  las botas. Y había practicante. Y había  telares… Ah, y teníamos una bolera  que aún está, junto a las ruinas de la  ermita”. Eugenio sí trata de esconder  la emoción de sus ojos detrás de los  cristales de sus gafas, especialmente  cuando inicia el tránsito del pasado al  presente: “La gente se fue yendo porque  la vida aquí no daba más de sí…  Los que se marcharon ganaron dinero,  más que los que nos quedamos aquí…  La gente se fue a Burgos, a Madrid, a  Bilbao y a Barakaldo…”.

Más de 200 habitantes no hace tanto,  o quizá sí. Ahora, cinco “que podrían  ser siete dentro de poco –dice el Alcalde-  porque quiere empadronarse una  pareja que llevan parados desde que  comenzó la crisis y que como tienen  raíces aquí han sondeado para venirse”.  Cinco habitantes fijos durante  todo el año, una cincuentena los fines  de semana, “estamos a media hora de  Burgos y son hijos del pueblo que conservan  casas y las han habilitado para  estar a gusto cuando vienen en invierno”,  y unos 200 (de nuevo el número  ‘fetiche’) en verano. Pero agosto se fue  y septiembre está a punto, y con la llegada  del otoño el silencio absoluto  volverá a reinar en Jaramillo Quemado  y sus cinco habitantes volverán a su  silenciosa y serena rutina: “En invierno  es aburrido, no hay gente y no se  puede salir a la calle. Prácticamente no  hacemos vida social, estamos pocos y  apenas salimos. Hace frío y hasta la  misa se cambia de lugar y en vez de la  iglesia vamos a la antigua escuela que  tiene estufa”.

“¿Para comprar? Pues a Salas de los  Infantes. Aquí sólo viene el panadero,  de Hortigüela, los martes y los viernes.  ¿Médico? Aquí no viene. Tanto para la  asistencia médica como para las compras  hay que ir a Salas. Hay un taxi de la  Junta de Castilla y León que viene dos  horas los martes y dos y media los viernes.  Nos cobra 2,5 euros ida y vuelta,  y nos lleva a Salas para ir al médico y  para hacer compras. El taxi funciona  todo el año”.

Roble, pino, enebro, chopo… Setas…  Prados, huertas… Corzo, jabalí, gato  montés… Una finca de explotación  ganadera, un coto de caza… Jaramillo  Quemado, “el pueblo es bonito, ¿eh?  Pero bonito, bonito”; un centenar de  casas en tres barrios; cinco habitantes…;  el pueblo menos poblado de  España mira ilusionado al futuro, sin  titubeos: “Se va a hacer al lado de las  antiguas eras una multipista deportiva  con campo de futbito y cancha de baloncesto  y de vóley, y se van a trasladar  ahí los columpios que hay a la entrada  del pueblo para que esté todo junto”.  Los residentes y los vecinos y visitantes  de fin de semana y verano acaban de celebrar con la tradicional paella la  que llaman ‘fiesta de las gracias’ (24  de septiembre), y empiezan a contar  los días hasta San Martín, patrón del  pueblo. Después ya entrará inclemente  el invierno, otro más, con las leñeras  bien surtidas y el orgullo jaramillano  bien subido: “El pueblo no desaparecerá,  no no no…; ya le digo yo que no  desaparece”.
 
 
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