¿Qué regusto, qué sabor le queda, a día de hoy, del Congreso de junio?
Fue sin lugar a dudas positivo. Tanto a la hora de organizarlo de la mano de la Federación Española de Municipios y Provincias, con la colaboración del Ayuntamiento de Huesca, como por el propio desarrollo del mismo, ya que fue un foro de encuentro de entidades, Administraciones, colectivos y expertos en el medio rural que tuvimos la oportunidad de intercambiar análisis, opiniones así como conocer iniciativas que se llevan a cabo en uno u otro territorios, todos con un punto en común: la despoblación. Quiero agradecer el esfuerzo y compromiso que hicieron tantas personas que viajaron desde otras provincias españolas, en algún caso lejanas, para participar en esta cita.
¿Para qué sirvió?
Sirvió sobre todo para dar visibilidad a un problema serio que tenemos como país y para alzar una voz unánime en la urgencia de tomar medidas para mantener los pueblos, al menos, con los habitantes que hay en la actualidad. Es una utopía pensar en recuperar la población del medio rural a cómo se estaba hace 5 ó 6 décadas, pero sí estamos aún a tiempo de reaccionar y poder impulsar acciones legislativas e inversoras para conceder a los habitantes del medio rural la oportunidad de vivir en los pueblos. En definitiva, equilibrar la pirámide poblacional.
¿Fue “punto y seguido”, “punto y aparte” o para tomar impulso?
Quiero pensar que fue un punto y aparte en el sentido de lo mucho que se ha ido ya haciendo hasta ahora pero con la firme decisión de que es tiempo de actuar. Hemos de pasar del análisis, de la reflexión, a la reivindicación y a la exigencia que hemos constatado en el Congreso y para ello las Administraciones Estatales, Europea o incluso las Autonómicas han de atender las demandas que trasladamos las Administraciones Locales. Vemos que hay un discurso unánime ante el tema de la despoblación, y todas las Administraciones sacamos pecho de la importancia de mantener el territorio vivo, pero, por parte de las Administraciones de ámbito superior, no llegan el impulso definitivo. A veces, en la Administración Local nos hemos encontrado muy solos.
Se debatió mucho. ¿Cuál de todos los debates se le ha quedado prendido en el recuerdo?
Hay una idea general que fue común a todas las mesas y talleres que se hicieron: la necesidad de implicar directamente a las Administraciones Locales en las tomas de decisiones y gestión de fondos, así como tener en cuenta a estas Entidades Locales a la hora de redactar y aplicar la legislación. Se debe trabajar en una discriminación positiva hacia el medio rural porque el día a día de los habitantes de los pueblos poco tiene que ver con el de las ciudades en una inmensa mayoría de las cuestiones: la prestación de servicios (educación, sanidad, social) no es lo mismo en un pueblo que en una ciudad por cuestiones claras como es la menor población, la dispersión demográfica, la distancia entre pueblos, en cuestiones como los pueblos de montaña, la orografía...
Se aprobaron diversas conclusiones… ¿Las dos más importantes?
La importancia de legislar ‘ad hoc’, teniendo en cuenta la opinión de los Ayuntamientos, comarcas y Diputaciones, y que el medio urbano se conciencie de la necesidad de mantener un medio rural vivo. Es importante el equilibrio entre el medio rural y el metropolitano.
¿Las dos más urgentes?
Que el Gobierno Central dote presupuestariamente y legisle a favor del medio rural y que la Unión Europea, en sus fondos de estrategia europea 2020 o en la reforma de la PAC, incluya las reivindicaciones del medio rural.
El Comisionado del Gobierno para el Reto Demográfico es uno de los principales foros de interlocución. ¿Ha percibido receptividad de su titular?
Hay que pasar de la voluntad política que todos manifestamos, y en la que coincidimos prácticamente todas las Administraciones, a la toma en firme de decisiones y de iniciativas, tanto inversoras como legislativas. La voluntad de crear este comisionado es positiva pero ahora es tiempo de dar un paso más y presupuestar, invertir y legislar; como decía uno de los ponentes, el tema de la despoblación ha de saltar de la agenda política a la agenda legislativa y presupuestaria.
¿Frenar la despoblación o poblar la despoblación?
Son dos frases compatibles. Es fundamental invertir la pirámide poblacional en el medio rural y para ello hay que poner freno a la sangría de pueblos que se están quedando vacíos. Somos conscientes de que es muy difícil devolver vida a los pueblos ya abandonados; de recuperar los niveles de población que había hace un siglo en el medio rural porque las políticas que se han venido desarrollando en este tiempo han sido proclives a la concentración de la población en las ciudades y todo ha girado en torno a ellas. Pero creemos que, en este mundo actual, con las herramientas de las que disponemos, los avances tecnológicos, es viable trabajar para mantener población y ofrecer trabajo a quien quiera desarrollarlo en un pueblo.
Si estuviera en su mano, si de usted dependiese ¿qué primera medida aplicaría ya, implantaría ya?
Hay una relativamente sencilla dado que todas las Administraciones somos unánimes en el discurso frente a la despoblación: coordinar nuestra acción de forma que, atendiendo a las necesidades de la Administración Local, se pueda adaptar la legislación a la realidad del medio rural. Se trata de llevar a cabo una normativa en varios aspectos de forma que se modifiquen medidas fiscales y económicas, medidas territoriales y servicios, así como cambios relacionados en medidas de sostenibilidad social y ambiental. En definitiva, que pueda existir una igualdad de oportunidades entre quienes eligen vivir en un pueblo o en una ciudad.
Denos una idea revolucionaria para todo esto de la despoblación
En varias ocasiones me he referido a la necesidad de cambios o adaptaciones en materia de política fiscal. Al igual que en otro tipo de políticas, en este sentido ha de basarse en la premisa de que a menor núcleo poblacional mayor posibilidad de ayudas, teniendo en cuenta otros parámetros o variables tales como envejecimiento de la población, la natalidad, la densidad demográfica, las dificultades orográficas.
Como ejemplos, caben reducciones de las cotizaciones a la Seguridad Social de los autónomos que residan de facto en el medio rural, supresión del IVA de lujo a aquellos residentes en los municipios de especiales dificultades o en peligro de desaparición, establecer un sistema de retención para los autónomos del medio rural vinculado al nivel de ingresos que generan, exención o bonificación de transmisiones patrimoniales, el apoyo a los emprendedores de las zonas rurales, la creación de pequeñas empresas y la mejora de la competitividad empresarial de las existentes, medidas de restitución territorial, coste energético en zonas productoras, pagos por servicios ambientales, etc.
La Diputación, el archivo provincial, o algún organismo guardan memoria de los territorios que se despoblaron? ¿Existe alguna posibilidad de recuperación de patrimonio etnográfico o alguna iniciativa destinada a la misma?
Sí, hemos trabajado en proyectos concretos y vamos teniendo un fondo considerable, sobre todo de imágenes de pueblos y territorios de años atrás, gracias a la labor de la Fototeca y Archivo provincial así como a los estudios que realizamos y respaldamos desde la Diputación de Huesca a través del Instituto de Estudios Altoaragoneses.
En el caso de la Fototeca, se gestionan y preservan más de 300.000 documentos gráficos y audiovisuales, de diversas procedencias, fondos o colecciones particulares, así como de entidades públicas o privadas. Un repaso de estos documentos es un recorrido por la historia de la provincia, un testimonio visual que alcanza hasta finales del siglo XIX.
Además, gracias al apoyo de la Diputación de Huesca a través de becas, ayudas u otro respaldo económico se han podido editar libros, colecciones, reportajes, audiovisuales, de momentos muy concretos de la historia de la provincia de Huesca relacionados con la despoblación, como la construcción del embalse de Mediano y todo lo que supuso, tanto en el territorio, mientras residían los trabajadores que lo construyeron, como el goteo de familias que año tras año se iban de estos territorios para buscar alternativas de vida en otros lugares.
Si se mueren los pueblos ¿qué se muere?
Se muere mucho más de lo que pensamos: desaparece el arraigo de las familias para con el medio rural, desaparecen las tradiciones y costumbres porque no hay gente que las mantenga; el paisaje se transforma radicalmente, porque no hay gente que trabaje y habite las tierras. La naturaleza engulle los pueblos, como hemos visto precisamente en un libro que coeditamos recientemente y que lleva por título ‘El alma de las piedras’. Y si esto desaparece, el lugar ya no tiene referencias, ya no se marca ni se marca en los mapas de quienes quieren visitar y disfrutar del medio rural, con lo cual, desaparecen las referencias para los habitantes del medio urbano. Si un pueblo desaparece, es muy difícil recuperarlo.