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23 Noviembre 2024

Josep María Pou, actor: Sé tomar y asumir decisiones en mi terreno; en otros, hay gente que lo hace mucho mejor

Nacido en Mollet del Vallés (este mes cumple 67 años) estudió en la Escuela Superior de Arte dramático de Madrid y empezó en el teatro con 20 años. Desde entonces hasta ahora ha nutrido un amplísimo currículum como actor de teatro –y también de cine y televisión, con personajes como el Inspector Ferrer, en Policías-, traductor, director y hasta lector… Polifacético y activo, titular de numerosos reconocimientos, en la actualidad es director de los teatros La Latina, en Madrid, y Goya, en Barcelona, dirige “Llama un inspector”, (de J.B. Priestley), donde interpreta al personaje protagonista, y al tiempo, prepara varios montajes para la temporada teatral.



 
¿Cómo adaptar a esta época una obra como “Llama un Inspector”, escrita en 1945 y ambientada en la revolución Industrial inglesa de SXIX?
Es una obra maestra, un clásico del SXX, y es “clásico” por su vigencia: pasan las generaciones y la obra siempre encuentra espectadores que conectan. Esta función siempre ha estado muy presente en escenarios de las capitales del mundo. En Madrid, por ejemplo, la función se estrenó en 1951, y de entonces a hoy ha habido siete u ocho producciones distintas. En Barcelona no había ocurrido así, llevaba 60 años sin representarse, y por eso quise hacer el montaje. Fue al empezar ese montaje cuando me di cuenta de su actualidad era rabiosa.
En “Llama un inspector” Priestley encubre como drama policíaco lo que, en realidad, es una denuncia de la injusticia social, un manifiesto a favor de los desfavorecidos y en contra de la doble moral, y todo ello partiendo de la anécdota de una joven que ha sido despedida de su trabajo y termina de una manera desgraciada. En momentos de crisis como los actuales –y no sólo crisis económica, también de modelos de sociedad y de valores- una función así llega directamente al público, el espectador se ve reflejado y se abre a la reflexión.
 
Actor y director de esta obra, director de dos teatros, con varios proyectos teatrales en preparación, uno más recién estrenado, sin descuidar cine y televisión y, casi todo, al mismo tiempo ¿Cómo se puede hacer?
La única explicación que le encuentro es la pasión que me despierta mi oficio; genéticamente, y eso es mérito de mis padres, siempre he sido inquieto, con capacidad de trabajo; desde joven quería hacer muchas cosas a la vez, estudiar varias carreras, aprenderlo todo; con 20 años quería ser actor, aunque había otras materias cercanas que me interesaban, por eso empecé a traducir obras de teatro. Hace unos diez años me encontré con “La Cabra” y me dije que quería y podía dirigirla; dirigir teatro es elegir una historia que ha escrito un autor y decidir cómo contársela al público. A partir de La Cabra, las ofertas de trabajo se multiplicaron por dos. Luego vino lo de dirigir los teatros, y como mis padres no me educaron para decir que no a las cosas que me gustan… A base de pasión las cosas van saliendo; bendito sea este oficio que me sigue apasionando.
 
En momentos de crisis ¿el teatro es de lo que se lleva la peor parte?
Relativamente. No podemos olvidar que muchos organismos públicos y Ayuntamientos se están viendo obligados a recortar, a demorar pagos a compañías, y, además, sufriendo, porque ven que la cultura es esa “asignatura maría” que siempre se lleva la peor parte cuando han de establecer prioridades. Aun así, curiosamente, en estos años de crisis, las estadísticas de las asociaciones de empresarios de teatro dicen que el número de espectadores y la recaudación en taquilla han aumentado. Parece insólito; una explicación posible es que la gente no tiene para grandes gastos –una vivienda, un negocio- pero sí para pequeñas cosas, como ir al teatro o comprar un polo de menta.
 
Voz profunda, enorme presencia en un escenario ¿le van los papeles de “autoridad”?
Y no es que yo los elija. Con 18 años medía 1,95 m. y cuando empecé en esta profesión ya notaba que me contrataban para personajes de más edad y cierta autoridad; he hecho una cantidad enorme de jueces, obispos, militares, gente con mando… parece que los altos son los que más mandan, que su sola presencia impone…. Es un tópico.
 
¿Se ve de “autoridad municipal”?
No, en absoluto; cuando me han ofrecido la posibilidad de ocupar un cargo en alguna Administración Pública he dicho no. No es por falta de responsabilidad, ni por egoísmo: creo que haber aceptado ese cargo hubiese ido en detrimento de mi oficio, de la razón de mi vida, que es la escena. Tomar y asumir decisiones es algo que sé hacer en mi terreno; en otros, hay gente que lo hace mucho mejor que yo.
 
 
 
 
Josep María Pou

Josep María Pou

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