A expensas de su aprobación definitiva por el Congreso, se trata de medidas muy concretas. Una de ellas, la que permite elevar el nivel de endeu- damiento hasta el 110% de los gastos corrientes
–salvo para aquellas Entidades que tengan ahorro neto negativo-, traerá consigo mayor agilidad en los pagos a proveedores y más disponibilidad de efec- tivo para nuestras arcas.
Además, también ayuda la eliminación de la obli- gación que teníamos de cancelar a 31 de diciembre de cada año nuestras operaciones de préstamo a corto plazo.
Pero quizá, la mejor de todas ellas sea la que nos abre la puerta para destinar a gastos finalis- tas nuestro superávit presupuestario. Bien es cierto que se trata de una línea de actuación que exige un acuerdo previo del Gobierno con la FEMP y un informe de la Comisión Nacional de Administración Local (CNAL), pero, por encima de todo, acaba con esa especie de limitación penalizadora que coarta- ba a los buenos administradores de sus haciendas la oportunidad de invertir más en los servicios a sus vecinos, por ejemplo.
Si esta medida se acaba consolidando, la obliga- ción de destinar nuestro superávit única y exclusi- vamente a reducir endeudamiento será historia para aquellas Entidades Locales con cuentas saneadas.
En conjunto, ganamos en liquidez y dinamismo y, sobre todo, en el reconocimiento de nuestra capacidad y responsabilidad como Administración que sabe de qué forma ha de actuar, que se ajusta a los criterios de estabilidad y sostenibilidad financiera y que es cons- ciente de que, incluso en momentos tan adversos, se debe a sus ciudadanos.
¿Balance? Sin duda positivo. ¿Expectativas? Tam- bién favorables, en esta materia y en el actual proce- so de reforma local. Nuestro interlocutor es receptivo, pero hemos de seguir trabajando, negociando y con-
sensuando, sin perder el paso ni un momento.
Iñigo de la Serna Hernáiz
Presidente de la FEMP