El de Alcalde es el puesto más bonito, el más atractivo y también el más difícil
Javier Urra (Estella –Navarra-, 1957), es Doctor en Psicología Clínica, pedagogo terapeuta y, a decir de José Antonio Marina, un “activista educativo”. Entre 1996 y 2001 fue Defensor del Menor de la Comunidad de Madrid y ahora preside la Red Europea de defensores del Menor. Patrono del Comité Español de UNICEF, Psicólogo forense en la Fiscalía del TSJ de Menores de Madrid y experto consultado en temas de infancia por el Senado y el Congreso, es, además, autor de casi una veintena de libros y artículos. Acaba de publicar “Fortalece a tu hijo” (Planeta)
¿Es más difícil ser padre ahora que hace treinta años?
Sin duda, pero también es más bonito y más próximo. Hoy educan los padres, la escuela, los medios de comunicación y la red social; y los padres, además, pretenden hacerlo bien, a veces excesivamente bien…y eso es más difícil
“Fortalece a tu hijo” es el título de su libro ¿Qué tienen los niños de hoy para necesitar fortalecerse?
Tienen más posibilidades. A lo largo de la vida existen situaciones dramáticas ante las que hay que preparar a los hijos, enseñarlos, fortalecerlos para que, aunque sufran –porque es inevitable-, consigan superarlo y salir adelante. Nuestra sociedad es hoy más capaz de hacerlo, y la psicología está más avanzada y ayuda a evitar aquello de “sufrir en silencio y de mala manera”.
¿Cómo han cambiado la realidad de la infancia las políticas de apoyo emprendidas desde los años ochenta?
Han influido mucho, han dado voz al niño para convertirlo en ciudadano de pleno derecho: hemos aprendido que el niño no es el futuro sino el presente y que el ser humano es el niño que fue. Se ha avanzado en España, en Occidente y en todo el mundo y, aunque falta mucho, creo que hemos conseguido que la sociedad se mire en los ojos de los niños.
A veces tropezamos con noticias sobre conductas agresivas de los niños hacia sus padres y educadores ¿Es un fenómeno creciente o es que ahora se hace más evidente?
Es un problema real. Antes se tenía miedo al padre o al maestro, y un gran respeto a cualquiera que pudiese llamarte la atención. Hoy, los derechos de igualdad entre padre e hijo o profesor y alumno, se han confundido: el adulto debe comportarse como adulto. Muchas veces hacemos girar todo alrededor del niño, que se empieza a hacer tirano apoyado en el “primero yo y luego yo”. A partir de ahí, llega su frustración porque es incapaz de digerir la gratificación: lo quiere todo aquí y ahora, y acaba siendo un pequeño dictador que agrede a la madre y que, en el futuro, puede ser un maltratador de su pareja.
Usted fue Defensor del Menor desde 1996 hasta 2001 ¿De qué había que defender al menor entonces?
Eso mismo me pregunté yo cuando me propusieron serlo. La verdad es que encontré varias cosas; un cierto “despotismo ilustrado” –todo para los niños pero sin los niños-, la salud mental infanto-juvenil, las presiones de intereses en temas como el alcohol, las anormalidades en los horarios, el tiempo de ocio, el uso y abuso de los niños en televisión utilizándolos como artistas, el acogimiento y la adopción –sobre los que se hicieron estudios- … Son cosas que hoy parecen superadas pero que entonces sorprendían. Trabajando con ello fue cuando me dí cuenta de la necesidad de una institución de este tipo.
Y si fuese Alcalde?
Me parece el puesto más bonito, más atractivo y más difícil, porque estás muy cerca de la ciudadanía. Yo intentaría ser el Alcalde de un pueblo más que el de una ideología, porque los pueblos tienen unos intereses muy concretos y los vecinos votan a las personas, personas que se comprometen con su pueblo sabiendo que van a ganar amigos pero también enemistades. Si fuese Alcalde intentaría pensar en aquéllos que tienen menos voz, los ancianos, los niños o los que vienen de otros lugares.
Javier Urra, Psicólogo, Presidente de la Red Europea de Defensores del Menor