De los testimonios y experiencias aportadas en San Sebastián se extrae que el desempleo, la carencia de servicios básicos, los conflictos identitarios, la guerra o el terrorismo, o las dificultades para la integración de los inmigrantes son algunas de las causas de base de los conflictos sociales. Según señalaba el Alcalde de San Sebastián, Odón Elorza, el Encuentro ha permitido analizar casos muy diferentes cuyo factor común es el esfuerzo realizado para reforzar la cohesión social y ofrecer soluciones de convivencia justa, en paz y libertad.
De estos ejemplos, señaló, “se pueden aprender buenas políticas, estrategias y prácticas”.
Los resultados del Encuentro han quedado recogidos en la Declaración de San Sebastián (ver cuadro), un texto suscrito por los Alcaldes presentes y por representantes de la FEMP, Ciudades y Gobiernos Locales Unidos (CGLU), la Dirección de Cultura del Consejo de Europa, el Instituto de Derechos Humanos de Cataluña, la Universidad del País Vasco y las Direcciones de Atención a las Víctimas y de Derechos Humanos del Gobierno Vasco.
En el texto, de siete puntos, se apela a la cultura cívica para superar los obstáculos que dificultan el pleno ejercicio de la ciudadanía de hombres y mujeres, y se rechazan las actitudes violentas, intolerantes y xenófobas.
Ciudades testimonio
En el marco del Encuentro los Alcaldes participantes explicaron los casos, frecuentemente paradigmáticos, de sus ciudades. Así, el Alcalde de Vukobar (Croacia), ciudad que actualmente es un ejemplo de reconciliación e integración entre diversas etnias, y que se ha convertido en lugar de encuentro, fue, en su día arrasada por los ataques del Ejército Popular Yugoslavo y los paramilitares de Serbia.
En España, concretamente en Salt, la población inmigrante pasó de representar apenas un 6% del total a alcanzar más del 40% en diez años; el fenómeno ha obligado, según explicó su Alcaldesa, a poner en marcha programas innovadores en los que tanto Ayuntamiento como los ciudadanos diagnostican problemas de convivencia y aportan soluciones al respecto.
En una situación parecida se encuentra la ciudad francesa de Bobigny –un municipio a las afueras de París- en el que residen personas de ochenta nacionalidades diferentes. Según explicó su Alcaldesa, junto a las iniciativas de integración es preciso el reconocimiento que les permita ejercer su ciudadanía, como el derecho al voto en las elecciones, por ejemplo.
En Irlanda se está viviendo en una etapa posterior al conflicto. El representante irlandés aseguró que, en su caso, ha sido el “buen humor” lo que ha permitido afrontar y recomponer situaciones que calificó de “espantosas”. El trabajo de este tiempo ha permitido que ahora las personas puedan reírse juntas.