FEDERACION ESPAÑOLA DE MUNICIPIOS Y PROVINCIAS

22 Noviembre 2024

El confinamiento ejemplar de los territorios poco poblados�

Desde que el estado de alarma se instaló en nuestra vida diaria hemos sido testigos de situaciones sorprendentes; hemos visto grandes ciudades sin polución, pero también pueblos que cierran sus accesos; hemos sabido de alguna pequeña comunidad que dedica tiempo de su confinamiento a fabricar mascarillas y de otra en la que se alerta a los vecinos por whatsapp; de lugares en los que también se sigue usando la megafonía y de pueblos que cuentan cuentos desde una radio municipal; de lugares en los que Alcaldes y Alcaldesas se llevan su sentido del servicio público a la compra de alimentos para los vecinos más mayores. En tiempos de COVID-19 algunas de estas cosas pasan en Arroyo de las Fraguas, El Berrueco, Camprovín, Cáseda o La Torre del Valle. Así nos lo han contado sus ediles.



A lo largo de estas semanas nos hemos acostumbrado a ver un vacío que parecía más onírico que real en las calles de ciudades grandes, pequeñas y medianas. Hay otras calles, las de los pueblos pequeños del mapa de la despoblación y de la España rural, que también se han quedado vacías, y aunque esa imagen puede resultar menos impactante, viene a constatar que también aquí se pelea contra al coronavirus quedándose en casa.
 
“Normalmente no hay mucha gente por la calle”, dice Alicia Nefzi, Alcaldesa de La Torre del Valle, “pero es que ahora no hay nadie”; los apenas 140 habitantes de este pueblo de la comarca zamorana de Benavente y Los Valles cumplen “a rajatabla” las instrucciones de confinamiento. La elevada media de edad, entre 70 y 80 años, los convierte en una población especialmente vulnerable. Es lo mismo que ocurre en Camprovín (La Rioja), con una población parecida en número y edad, con muy pocos niños, y donde, en palabras de su Alcalde, Arturo Villar, “si en invierno ya es difícil encontrarte a alguien por la calle, ahora, más”; aquí los vecinos llevan el confinamiento “más o menos bien, no se percibe malestar”. El Berrueco, en la Comunidad de Madrid, tiene casi 750 habitantes que también se han acostumbrado a las calles vacías y a los parques cerrados. Jaime Sanz, el Alcalde, cuenta que hay bastante población mayor, aunque también hay familias con niños que han venido a vivir a este pueblo de la Sierra Norte que tiene en el turismo procedente de la capital su principal fuente de ingresos, y que cuenta con una residencia para la tercera edad en la que viven 110 personas. La falta de visitas, en especial de fin de semana se nota de forma especial aquí y también en buena parte de su entorno. “Vivimos del turismo”, explica Jaime Sanz, que ve cómo bares, restaurantes, resto de hostelería y el camping permanecen cerrados y observa que “va a ser difícil volver a arrancar. 
 
Ir por leña o a tirar la basura son las opciones con las que cuentan los algo más de 20 habitantes de Arroyo de las Fraguas, en la provincia de Guadalajara, para salir de sus casas durante el confinamiento. Mayoritariamente ancianos, en este pueblo tienen al Alcalde más joven de España, Jaime Gutiérrez, estudiante de ADE y Derecho, que desde que empezó el estado de alarma y con sus clases suspendidas se instaló en allí. “Están preocupados por su salud, saben que son vulnerables y salen lo menos posible. El pueblo está tranquilo y concienciado”, dice el Alcalde. 
 
Cáseda (Navarra), con casi mil habitantes repartidos en dos núcleos de población (Cáseda y San Isidro del Pinar), es algo diferente en este aspecto. Aquí está instalada desde hace 42 años la empresa Viscofan que se dedica a la fabricación de envolturas celulósicas para productos cárnicos, actividad esencial durante este periodo de alarma. En la empresa, explica el Alcalde, Jesús Esparza, no ha cesado la producción ni el trabajo de los 250 vecinos de Cáseda que forman parte de su plantilla. Así se ha mantenido la actividad en el municipio y, aunque con confinamiento y medidas de seguridad, la paralización no ha sido como la de otros pueblos. En otra vertiente, dice Jesús Esparza, están las personas que se han quedado en casa, “la gente ha sido ejemplar, sobre todo los niños”. 
 
Llega el coronavirus.. qué hacer
 
En la mayor parte de estos pueblos supieron de la pandemia por las noticias que llegaban a través de los medios; algunos cerraron un poco antes instalaciones que podían convertirse en focos de transmisión, y otros adoptaron medidas rápidas en centros de mayores con buenos resultados. Según explica Jesús Esparza, en Cáseda los casos tempranos de coronavirus aparecidos en la vecina Rioja encendieron las alarmas, y una semana antes de que se decretase las medidas, se impidió la entrada en la residencia, y más de un mes después de aquello, “no hay ningún positivo en la residencia”, a la que Viscofan entregó casi mil mascarillas, 200 batas y también guantes. 
 
Desde este Ayuntamiento navarro se comunican con los vecinos por WhatsApp, aplicación a la que la mayor parte de ellos tiene acceso. Cuando no es posible, son unos los que lo cuentan a otros, pero a pesar de todo, “aquí se mantienen los pregones por megafonía, con un amplificador que está colocado en la torre de la iglesia, para que todos puedan oírlo”. 
 
Las noticias de prensa y el relato sobre Italia de un amigo fueron las principales vías por las que Jaime Sanz adoptó las primeras decisiones en El Berrueco, con el cierre de bares y colegios. Con algún día de anticipación “cerramos el colegio y la Casita de Niños. Poco después observamos que algunos padres seguían llevando a sus hijos a los parques; si los niños no se juntaban en el colegio pero se juntaban en el parque, no adelantábamos nada. Entonces cerramos y vallamos el parque”. Ahora, todos los bandos que emite el Ayuntamiento se mantienen publicados en la web municipal y desde la Mancomunidad de Servicios Sociales de la que forman parte distribuyen alimentos “y productos de primera necesidad” a personas y colectivos vulnerables. 
 
En Camprovín tanto el bar del pueblo, que es municipal, como la escuela, se cerraron unos días antes de que se declarase el estado de alarma y, con un bando, señala Arturo Villar, se explicaron a los vecinos las primeras medidas. Las pautas de comportamiento, como la distancia social a mantener, por ejemplo, se dieron a conocer a los vecinos “con mucha pedagogía”, explicándoles que no era conveniente “juntarse a hablar cuando iban a comprar el pan o, a sugerencia de la médica que acude tres días a la semana, que llamar primero era mejor que ir directamente al ambulatorio”. En La Torre del Valle se cerró el edificio del Ayuntamiento, aunque la propia Alcaldesa mantiene abierto el teléfono municipal que ha desviado a su línea y en la Casa Consistorial se da atención de forma esporádica y a puerta cerrada. Las comunicaciones se hacen a través de Bandos en los que el Consistorio da cuenta de las instrucciones a seguir, anima a los vecinos a quedarse en casa u ofrece recomendaciones para evitar contagios. 
 
Abastecerse
 
Las salidas para comprar productos de primera necesidad varían en estos municipios. En Arroyo de las Fraguas no hay tiendas y no todos los vecinos disponen de vehículos. Durante el confinamiento el propio Alcalde les echa una mano para hacer la compra o acudir a la farmacia en los municipios próximos de Cogolludo o Humanes. El panadero y el carnicero siguen llegando aquí una vez por semana. La farmacia de un municipio próximo reparte los medicamentos a domicilio en La Torre del Valle, el pan lo traen a la puerta y otros alimentos y productos de primera necesidad se compran una o dos veces por semana fuera del pueblo. En Camprovín tampoco hay tienda. El pan llega al pueblo y un camión lleva otros productos una vez por semana. Cáseda, sin embargo, cuenta con supermercado, carnicería y un obrador, y El Berrueco también dispone de supermercados, tiendas y farmacia. 
 
La desinfección de todos estos municipios también es fundamental. En Camprovín los equipos de limpieza y desinfección son del Ayuntamiento. En La Torre del Valle, sin embargo, es la Diputación, quien se encarga una vez por semana. Los equipos municipales de Cáseda desinfectan, además de las calles e instalaciones, carnicería, supermercado y obrador. 
 
Sin visitas
 
La restricción de los contactos con hijos y nietos que viven fuera de estos pueblos se ha dejado notar. La Semana Santa, época de reencuentros, pasó sin que se produjeran de forma presencial. Desde los Ayuntamientos se aconsejó a los familiares que no viniesen, “por responsabilidad”, dice Alicia Nefzi. Las llamadas telefónicas y a veces, las videollamadas, han sido el sustitutivo en una situación que no es fácil de llevar. Y ante esa dificultad, la respuesta está siendo “ejemplar” a decir de los Alcaldes. 
 
Arturo Villar recuerda que el fin de semana en el que se aprobó el estado de alarma habían venido a Camprovín familiares de algunos vecinos, “pero cuando las medidas entraron en vigor y se pusieron más serias, regresaron a Logroño y evitaron dejar a los niños con los abuelos”. Desde entonces no ha venido nadie, “no me hubiese gustado -asegura-. Muchos dicen que en el pueblo esto se sobrelleva mejor. Pues efectivamente, así es. Alguna ventaja teníamos que tener…”. 
 
La limitación del número de personas en actos de todo tipo tiene una cara especialmente triste en los entierros y funerales. Jesús Esparza dice que “en Cáseda nos gusta acompañar a las familias, pero el momento y las circunstancias lo han hecho imposible. Han sido unas despedidas muy tristes”. 
 
Alicia Nefzi se refiere al comportamiento solidario de todos ellos en un entorno en el que “somos casi como una familia en la que unos se preocupan por otros, nos cuidamos”. Un sentido solidario que en este pequeño municipio llegó también en forma confección de mascarillas. Recibieron 50 mascarillas quirúrgicas de la Administración Central, una cantidad que resultaba insuficiente. Compraron materiales y la Asociación Arco Iris, ha empezado a fabricar nuevas piezas de modo que cada vecino pueda tener dos unidades cuando se levante el confinamiento. El 16 de abril entre La Torre y su Entidad Local Menor de Paladinos del Valle entregaron las primeras 108; y vendrán más. 
 
En el Berrueco también se pusieron manos a la obra. “Algunas personas de aquí que tienen impresoras 3D empezaron a hacer pantallas para la gente de El Berrueco y también para la residencia. Otros hicieron batas y patucos. Así, mientras hubo material, todo el pueblo se volcó en producir y ayudar”, cuenta Jaime Sanz. Después, junto con otros pueblos de la zona y organizados con el Grupo de Acción Local de la Sierra Norte de Madrid (GALSINMA), siguieron produciendo. La gente de este municipio serrano respondió de manera responsable a la petición de no salir a la calle. Pero la idea de cerrar el municipio resultaba imposible porque, explica el Alcalde, “el pueblo está atravesado por dos carreteras comarcales”.
 
“Las visitas serían contraproducentes”, y tanto los vecinos de Arroyo de las Fraguas como sus familias son conscientes de que “venir a ver a padres y abuelos desde Madrid o Guadalajara, y traer aquí el virus es demasiado riesgo”, dice su joven Alcalde. 
 
Cara al futuro
 
De cara al futuro se abren periodos de incertidumbre. Todos los Alcaldes coinciden en que una vez que pase la pandemia es muy probable que pueblos y gentes vean la vida de otra manera, que cambien sus prioridades y que valoren más aquellas cosas que hasta ahora se daban por seguras. Ante una vuelta a la normalidad que aun se ve lejana quedan en suspenso “rutinas” anuales, como las fiestas patronales, la apertura de piscinas e instalaciones o la preparación de los pueblos para la acogida de visitantes o hijos del lugar que retornan en la época vacacional. 
 
Más a largo plazo el horizonte se presenta complicado para los municipios en riesgo de despoblación. Jaime Gutiérrez, Alcalde del pueblo con menor número de habitantes de estos cinco, destaca la gravedad de una pandemia que afecta sobre todo a las personas más mayores, el grueso de la población; pero actividades económicas vinculadas a estos pueblos, como casas de turismo rural, pensiones o restaurantes, van a tardar mucho en recuperar su ritmo, tanto como tardará en recuperarse una actividad turística general, el sector, sin duda, más afectado por el COVID-19. 
 
 
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