Y por eso seguimos incidiendo en las carencias de una norma cuyo cambio y adaptación reclamamos desde hace años, porque somos Administración, y hemos de saber qué hacemos y con qué recursos contamos. Hemos de tener claro nuestro horizonte económico y financiero, conocer nuestras cartas. Y no podemos quedarnos fuera cuando esas cartas se están repartiendo.
Desde el primer momento, y eso fue hace muchos años, la FEMP viene reclamando que el nuevo marco de la financiación local se elabore de manera paralela y simultánea al de las Comunidades Autónomas. Y parecía ir desarrollándose así. Es más, la constitución este año que acaba de un Grupo de Expertos en la materia, ha sido un gran paso adelante. Ahora, con su informe y nuestras aportaciones, no podemos quedarnos atrás en la negociación, ni ser los actores secundarios en un proceso en el que otra Administración Autonómica, parece ser siempre, la protagonista. Nosotros, los Gobiernos Locales, somos los más próximos, los que vivimos a pie de calle las necesidades ciudadanas, los buenos gestores de los recursos que tenemos y de las necesidades que también tenemos, los que un año más cerraremos con superávit, reducimos nuestra deuda y acortamos el plazo de pago a nuestros proveedores. Y por eso, queremos que la ley de financiación local avance al mismo ritmo que la autonómica. Y que 2018 traiga, con la misma relevancia, una y otra norma.
El año que ahora cerramos ha sentado las bases. Y también ha sido el año en el que los municipios han dado un importante paso en su apuesta medioambiental. Sevilla y la Declaración a la que la ciudad dio su nombre fueron el detonante para la implantación de un nuevo modelo económico, social y sostenible: la economía circular. El compromiso recogido en ese texto ya ha sido respaldado por cerca de dos centenares de municipios, y avanza a buen ritmo, al mismo que la sensibilización municipal y ciudadana por la protección de nuestro entorno. Sin duda 2018 ha de ser, también el año de la economía circular.