FEDERACION ESPAÑOLA DE MUNICIPIOS Y PROVINCIAS

27 Noviembre 2024

Juan Barranco, sucesor de Enrique Tierno en la Alcaldía de Madrid “Pasión y compromiso con los ciudadanos son las claves para ser Alcalde. Eso hacía Tierno”

En los ‘80 fue primer Teniente de Alcalde del Ayuntamiento de Madrid, trabajó codo con codo con Enrique Tierno y le sucedió en la Alcaldía. Ahora, 30 años después, le recuerda como modelo de Alcalde y mantiene su admiración por el “viejo profesor”, aquél que le citaba a las “9 de la madrugada” para despachar los asuntos del día y del que aprendió que toda experiencia es importante para aprender a dirigir una ciudad.



Usted aprendió a ser Alcalde con Tierno Galván ¿Cómo se es Alcalde?

Primero con muchos votos y respaldo de los ciudadanos. Y luego, enamorándose de la ciudad que uno tiene que gobernar. Ese es el primer requisito: estar enamorado del pueblo o de la ciudad y no regatear esfuerzos para servir a los ciudadanos que te han elegido.

¿Qué aprendió de Enrique Tierno?


Muchísimas cosas. Era un hombre excepcional, con una gran capacidad intelectual, un político socialista de la vieja izquierda europea, marxista, pero con una vena ácrata y libertaria y, como luego demostró, con una gran capacidad de gestión. Cuando en la vida tienes la suerte de encontrarte con hombres extraordinarios, hay que procurar aprender todo lo que se pueda.

Entre los consejos que le dio ¿hay alguno que no haya olvidado nunca?

Recuerdo que, al final de su vida, había que hacer varios viajes. Nosotros fundamos la Unión de Ciudades Capitales Iberoamericanas (UCCI), que Tierno presidió, y había que viajar. Yo le dije que no lo hacía porque teníamos mucho trabajo aquí. Y me dijo, “no, no. Conviene que usted vaya viajando y cogiendo experiencia internacional”. Me acuerdo de esto porque luego, pasados los años, he llegado a la conclusión de que él ya estaba enfermo cuando me lo dijo, y quería que adquiriese esa experiencia internacional que también se necesita para dirigir una ciudad como Madrid. Creo que ya estaba en clave de que le tenía que sustituir.

¿Cómo era una jornada de Enrique Tierno Galván?

Llegaba todos los días al despacho a las 8 de la mañana. Y todas aquellas personas que en los actos del día anterior le habían dicho que querían hablar con él, estaban citados a esa hora para hacerlo tranquilamente. No todos iban… Recibía a todos. Después él y yo despachábamos a diario a las 9. Cuando ya teníamos relación de mayor confianza, un día le dije, “pero Don Enrique ¿qué necesidad tenemos de estar aquí a las 9 de la madrugada? Yo dejé el banco y me metí en política para no madrugar…”.

Sin embargo, por la tarde y por la noche él no salía. Aprovechaba para leer, su gran pasión, y seguía investigando en los viejos libros, salvo que tuviese algún acto oficial.

¿Le sorprendió a él tanto cariño popular? ¿Cree que de alguna forma lo había previsto?

Yo creo que Tierno Galván como Alcalde, fue el mejor de Madrid, y en muchos sitios se le considera algo así como el Alcalde de España. Tierno transformó Madrid, pero Madrid le transformó a él. En sus expectativas no figuraba ser Alcalde, sin embargo lo fue y ahí se encontró con su destino, porque ha pasado a la historia como el mejor Alcalde de Madrid, demostrando que no sólo se trata de ganar elecciones, sino que un político se puede asentar en el corazón de la gente. Tierno lo hizo y para él fue una experiencia inesperada, hasta el punto de que, Madrid conquistó a Tierno.

Enrique Tierno tenía un perfil público amable, era el viejo profesor ¿Pero cómo era como jefe?

Para mí, magnífico, porque además de despachar a diario, me delegó mucho. Fui su Primer Teniente de Alcalde y Portavoz del Ayuntamiento. Respondí a esa confianza ejerciendo la responsabilidad y tuve que tomar muchas decisiones, posiblemente algunas equivocadas. Tierno jamás me reprochó ni me corrigió nada. Y estoy seguro de que alguna de mis decisiones no le gustó y, aun así, nunca me reprochó en público ni en privado.

Sus bandos son uno de los hechos por los que más se le recuerda ¿Cómo los preparaba?

Con una paciencia y un estudio tremendos. El reflexionaba mucho, estudiaba y elegía las palabras. Detrás de cada bando, incluido el último inacabado de lucha contra el hambre, había un gran trabajo intelectual, académico y lingüístico. Se trata de una joya de la literatura municipal. Además tenían un gran sentido pedagógico, estaban impregnados de esa característica de su personalidad de profesor. Tierno era capaz de hablar latín con el Papa y llegar a cualquier barrio de Madrid y entenderse con los ciudadanos más modestos. Supo transmitir esa convivencia educada al conjunto de la gente.

Más allá de la movida y de devolver la ciudad a los ciudadanos, Madrid tenía muchas carencias ¿Cómo lo afrontó aquel Ayuntamiento, con tantas carencias económicas?

Cuando llegamos al Ayuntamiento, Madrid era una ciudad asfixiada por la dictadura y por el centralismo del que, curiosamente fue la principal víctima. Lo que hicimos fue abrir las puertas del Ayuntamiento, devolverlo a los ciudadanos, sus legítimos propietarios, y entablar un gran diálogo y conexión permanente.

Tierno creía que el poder político debe compartirse con otros; y por eso, a pesar de nuestra mayoría absoluta, en la Corporación había Tenientes de Alcalde de otros partidos. También contó con el movimiento ciudadano, que era muy potente en aquellas fechas, y las agrupaciones culturales, muy numerosas. A partir de ahí hicimos varias apuestas para combatir esas carencias y desequilibrios. Había miles de chabolas, faltaban equipamientos, especialmente en el sur. Apostamos por el equilibrio, invirtiendo más donde más se necesitaba, dotando a los distritos de equipamientos básicos que no tenían. Se hizo un gran esfuerzo de equilibrio en la ciudad, y se impulsó la construcción de equipamientos; de hecho, el 80% de los que ahora hay en Madrid ahora son de nuestra época.

Cuando falleció Enrique Tierno, Madrid se echó a la calle para rendirle tributo. ¿Qué hubiera pensado de eso?

Se hubiera emocionado muchísimo, Cuando murió asistimos a la manifestación de duelo más importante que yo jamás veré. Cientos de miles de personas salieron a la calle, sin distinción de ideologías ni de creencias. Además de ganar elecciones, supo ganarse el corazón de los ciudadanos.

A su muerte, usted tomó el testigo ¿fue una faena?


A nivel personal no sé cómo calificarlo. Me cambió la vida y para mal, porque de primer Teniente de Alcalde se trabajaba mucho, pero cuando terminaba, tenía una vida al margen de mi actividad política. Mi época más feliz en la política fue esa etapa: mucha responsabilidad, mucho trabajo. Al entrar de Alcalde, además de la responsabilidad tremenda, todo eso cambió; procuré llevarlo con la mayor dignidad posible y entregándome por entero las 24 horas para sacar adelante esa gestión que habíamos puesto en marcha.

Y con la alargada sombra de Tierno, ¿usted trató de seguir su senda o trazó una propia y creó su sitio?

Yo heredé el cariño de la gente hacia Tierno, recibí el “trasvase” de afecto y respeto que sentían por él. Sin embargo, tenía muy claro que no podía imitar al viejo profesor porque teníamos trayectorias distintas, edades diferentes y nunca tuve la tentación de imitarlo. Hubiera sido un fracaso. Por eso nunca hice ningún bando; después de los de Tierno hubiera sido ridículo.

Y ese “trasvase” de cariño aún continúa. Todos los días alguien me saluda por la calle.

¿Cómo vería el “viejo profesor” el Madrid que tenemos ahora mismo?

Vería muchas cosas con una gran preocupación. Su último bando inacabado abordaba la lucha contra el hambre. Si él viera que las desigualdades sociales no solo no has disminuido sino que han aumentado, le hubiera estremecido. Ante la desigualdad, la pobreza o la falta de oportunidades, hubiera luchado.

¿Y qué opinaría del estado actual del municipalismo?


Seguiría pidiendo más peso. El municipalismo debe tener más peso específico en un país moderno. Es una idea que ya teníamos entonces y que sigue plenamente vigente. Cuanto más fuertes sean los Ayuntamientos, será mejor para todos. Eso de que es la Administración más cercana es una verdad como un templo. Los Ayuntamientos  son la primera trinchera para luchar contra las desigualdades y garantizar los derechos básicos de los ciudadanos. Y creo que ahora seguiría reclamando para los Ayuntamientos una mayor participación en los ingresos del Estado.
 
Juan Barranco

Juan Barranco

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